cierrame los ojos,
con tu mano ardiente
y tembloroso el pulso.
Cierrame los ojos
sin que te abata el llanto,
y no dejes que la pena
se apodere de tu encanto.
Si yo muero esta noche
terminará mi vida,
y quedaran en el aire
los recuerdos que tenía.
Y os tendré a todos
llorando sobre el lecho,
penandole a mi cuerpo
que yacera muy quieto.
Pasarán los años
y el dolor se borrara,
y un día cada año
alguien me recordara.
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