No tuve cuna de plata
ni sedas que me cubrieran,
nací, en un pueblo chiquito
de esa Extremadura bella.
En una familia humilde
dónde una pobre panera,
le dio descanso a mis sueños
en los días de primavera.
Yo sé, que quiso mi padre
que fuera niño al nacer,
pero sus ojos brillaron
y me empezó a querer.
Por un camino de rosas
me guiaron en mi infancia,
me regalaron cariño
me abrigaron de esperanza.
Crecí, pisando en el suelo
soñando con ilusión,
viviendo un cuento de niña
dónde princesa fui yo.
Así paso la niñez
la adolescencia llegó,
y apenas sin darme cuenta
la vida... me hizo mayor.
Y han pasado ya los años
cincuenta, con exactitud,
cincuenta las primaveras
que llevo en el corazón,
cincuenta, mis ilusiones
que he vivido con pasión,
y así espero otros cincuenta
cumplir nuevamente yo...
