lunes, 10 de noviembre de 2008

El ayer








Suave, tenue, un gemido de añoranza, bulle de esa nada
que rodea mi presencia.
En el arder del deseo, impasible y abatido, surge del vano rcuerdo
abrasado por el tiempo la uniforme silueta del ayer que se
ha marchado.
Resurgiendo en las cenizas, en las brasas que avivaron en
otros tiempos pasados, no quieren ser olvidados ni muertos en
ningún recodo ni vivir entre las sombras, pues el ayer son los
años de mil recuerdos sembrados.

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